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Para abordar adecuadamente esta temática partimos de diferenciar las “políticas de inmigración” (las que derivan de la aplicación de la ley de Extranjería y del cupo de inmigrantes) de las “políticas interculturales” (las que se ocupan de intentar conciliar armónicamente la convivencia entre diversas culturas). Son dos tipos de políticas claramente diferenciadas entre sí pero que a su vez que se encuentran íntimamente interrelacionadas. Dependiendo de la mayor o menor bondad de la Ley de Extranjería los inmigrantes tendrán una mayores o menores facilidades de acceso a nuestro país. Y la llegada de esos contingentes de inmigrantes no puede ser improvisada sino que es necesaria una planificación previa a través de adecuadas políticas interculturales para evitar posibles conflictos con las comunidades receptoras. La inmigración no puede entenderse como separada de la integración, es decir, de un proceso gradual de participación de los inmigrantes en el proyecto común de la sociedad de acogida.

Así pues, refiriéndonos en primer lugar a la Política de inmigración, lo cierto es que la legislación española en materia de extranjería parece vigilar más las medidas de seguridad para quienes entran en el país que el educarles en intentar que se integren en la sociedad. Los inmigrantes son personas muchas veces a las que se les margina por no tener medios de vida y eso significa no tener “memoria histórica” para recordar vicisitudes vividas en nuestro país en tiempos pasados. Asimismo, conviene diferenciar a los inmigrantes ilegales de los legales. También hay que recordar la conveniencia de establecer órganos de naturaleza consultiva, principalmente para los extra-comunitarios, con la finalidad de realizar el seguimiento de las necesidades reales de la población inmigrante en España y que sirva de punto de encuentro entre la Administración y las organizaciones no gubernamentales para un mejor aprovechamiento de los recursos destinados a dar respuesta eficaz a los problemas de la inmigración. Hay que evitar que continúen las ofertas de personas sin escrúpulos o redes que se lucran con las necesidades y expectativas de los inmigrantes. Los Estados tienen que hacer frente a una situación que afecta directamente a su soberanía como es la de la contención de los llamados indocumentados dentro de sus fronteras.  Javier de Lucas ha denunciado que el vínculo entre nacionalidad, trabajo y ciudadanía aparece como la auténtica “jaula de hierro de la democracia en este siglo”.

El flamante status que ahora ostentamos los europeos de “ciudadanos europeos” no ha contribuido precisamente a paliar las dificultades con respecto a las relaciones con los inmigrantes extra-comunitarios. Se han sentado unas bases de armonización de convivencia entre los Estados Europeos comunitarios pero actualmente Europa presenta graves problemas con respecto a  la entrada de los extra-comunitarios. Procedentes del norte de África, de la Europa del este o de Sudamérica, los europeos no pueden cerrar los ojos ante esa realidad. Se hace pues conveniente formar un sistema de relaciones entre los ciudadanos de la Unión Europea y los extra-comunitarios.

Es cierto que la categoría de “ciudadanía europea” trae importantes beneficios para los ciudadanos de los Estados miembros. Pero tampoco puede negarse que fomenta aún más la separación entre ciudadanos que “pertenecen a una comunidad” y “los excluidos”, los extranjeros –aunque sin olvidar que esta exclusión queda matizada por lo contemplado en el nuevo Título IV referente al asilo-. Subraya J. de Lucas que comunidad nacional y trabajo continúan siendo los pilares del vínculo político, siendo actualmente manifiesta la contradicción entre “el ideal universalista o al menos cosmopolita de los derechos y la ciudadanía como regla de exclusión necesaria (al menos justificada como inevitable) que se aplica a los inmigrantes y con más contundencia a los irregulares”. A la vez que se proclama el universalismo se defiende el apartheid con relación a “los que ya están aquí y se les niega la presencia en condiciones de igualdad”.

Para todo ello, nuestro despacho con distintos profesionales, estamos preparados jurídicamente y legalmente para atender a cualquier tipo de petición o conflicto relacionado con estas materias.
Atentamente, estamos a su entera disposición, para buscar conjuntamente soluciones o alternativas de vías amistosas a las carentes que puedan subsistir.

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